"No hay sociedades idénticas, no hay países que sean mejores que otros, ni religiones que sirvan para conquistar verdades. Si sólo intentáramos comprender que nuestra vida es tan efímera como un copo de nieve, quizás entonces, después de haber conquistado la belleza, podríamos permanecer serenos hasta la posteridad."


Orhan Pamuk


martes, 17 de agosto de 2010

España y Turquía, vascos y kurdos, historias paralelas más allá del odio. A la Turca



Lucas Farioli / Estambul

España y Turquía, aunque son esencialmente distintas, desde su modelo de concepción hasta su propia nomenclatura comparten historias análogas: Grandes imperios, crisol de razas, despotismos, nobles figuras y finalmente el ineludible camino hacia la modernidad y supervivencia, hacen de estas dos naciones dos ejemplos paralelos.
Ambas enfrentan los intentos secesionistas por parte de algunos de los ingredientes fundamentales que componen sus mosaicos de culturas; vascos y kurdos aspiran no solo a la independencia sino al reconocimiento de su identidad como naciones discordantes y distinguidas. Españoles y turcos encuentran  aquí diferencias de raíz a la hora de enfocar esta cuestión.
Fotomontaje. Lucas Farioli

En la ribera mediterránea dos naciones comparten ya sea de forma antagónica como equivalente una misma historia de decadencia, melancolía e imperios consumidos. España y Turquía se asemejan tanto como se diferencian.
La primera se constituye como una monarquía parlamentaria en la que esta instaura los elementos fundamentales para preservar una preciada democracia de la que los ciudadanos estuvieron privados durante los cuarenta años que duró la dictadura franquista. Así mismo, con el objeto de generar un mecanismo de identidad y unidad nacional la idea monárquica y el nuevo concepto de España se presentan como un paraguas bajo el cual diversos pueblos caracterizados conviven y comparten sus recursos, industria y territorios pero se reservan sus propios valores de identidad, características culturales autóctonas e idiomas y dialectos.  Turquía por otro lado se organiza como un país altamente centralizado donde las minorías cuentan con un escaso reconocimiento y son sintetizadas por un tejido poblacional dominante.
Sin embargo para desembocar en este escenario, la historia, caprichosa y extravagante trenzó con astucia socarrona dos caminos simétricos pero inverosímiles: Ya en la época de la España medieval los primeros tres grandes reinos cristianos que dominaban a mitad norte de la península ibérica, (Castilla, Navarra y Aragón) consumaron por cuestiones de poder un modelo similar que dio paso a lo que hoy conocemos como España. Cuando se unificaron de los reinos de Castilla y Aragón se dio paso a la capitalización final de la reconquista cristiana sobre los extintos califatos musulmanes que subsistían en la península así como  la instauración de un gran reino que absorbería en el año 1515 los feudos navarros (que incluían el actual País Vasco). A pesar de que en España el contexto racial-étnico era relativamente equilibrado sería en este momento cuando comenzaría un verdadero proceso de “limpieza religiosa” que con mano de hierro no sólo obligaría a musulmanes y judíos del territorio convertirse al cristianismo, sino que también haría lo propio con los habitantes de las nuevas colonias en América.
En la Anatolia Otomana así como en el resto del imperio, el sultanado optó por una política opuesta y entendió que para sobrevivir, contener las fronteras de tal formidable imperio así como para desarrollar su potencial mercantil era imprescindible respetar y amparar la pluralidad y diversidad étnico-cultural de los pueblos que en el mismo convivían. Ambas naciones se expandieron y  lideraron extensos territorios imperiales aunque concibieron de forma completamente disímil la manera de salvaguardar la unidad nacional. 
La disyuntiva existencial kurda se remonta desde mucho antes de la llegada de los otomanos. Entonces ya existían en el suroeste de Anatolia, grupos tribales kurdos que contaban con identidad y rasgos sociales, lingüísticos y culturales propios. Como los navarros en España, los señoríos kurdos aunque enfrentados entre sí, establecieron sus regiones soberanas hasta que las mismas fueran definitivamente supeditados por persas y asiríos en el 550ac, año en el que la nación kurda dejó de existir para siempre.
Los osmanlíes quienes forjaron una auténtica identidad otomana, instaurando un estado multiconfesional basado en el respeto y reconocimiento de la variedad de religiones y etnias bajo sus dominios, incorporaron al imperio las provincias kurdas y a pesar las constantes revueltas separatistas les permitieron gozar de una amplia autonomía.
Tras la primera guerra mundial, con la descomposición del imperio, armenios, griegos que acababan de proclamar la independencia vieron la oportunidad de reconquistar sobre las extintas cenizas imperiales sus antiguos territorios anatólicos. Comenzaba así al “Guerra Turca de la Independencia”. Ese fue el punto de partida que dio paso a un proceso de limpieza étnica y deportaciones masivas que ambos bandos consumaron de forma sistemática, disolviendo así la riqueza y el crisol de razas, lenguas, religiones y poblaciones que en su día componían el imperio. Turquía, “Türkiye” país emergente recreado en los valores jacobinitas de la república francesa y con ingredientes populistas bolcheviques, adoptaría la nomenclatura de un grupo étnico determinado “Türk” sin embargo en su territorio convivirían además de musulmanes suníes, alevíes, judíos, kurdos algunos reductos de cristianos de origen griego y armenio.
Al igual que en el desenlace otomano, la España de finales del siglo XIX se presentaba como un país dividido, al borde de la guerra civil que venía sufriendo desde tiempo atrás la decadencia y el derrumbe de su últimos reductos coloniales.  En este contexto de profundos cambios sociales y políticos que contemplaría la industrialización, el laicismo y el liberalismo, Sabino Arana, padre del nacionalismo vasco optaría por un nuevo modelo y demarcándose de una España rota fundaría el Partido Nacionalista Vasco, cimentado a base de políticas románticas, segregacionistas y de carácter religioso pero que atraerían a un colectivo importante desencantado con el rumbo del país y su con identidad.  De la misma forma a principios del siglo XX surge la segunda república basada en una república federal donde los diferentes componentes de la misma gozarían de mayores facultades autonómicas. Esto unido a la convulsa vida política del país daría lugar a una feroz guerra civil. A partir de ahí en el país estaría sometido a una dictadura de 40 años.
Ambas naciones lo habían perdido todo y tras períodos de guerras y conflictos se vieron obligadas a reconcebir sus cimientos y su identidad, aunque de forma dispareja; El estilo de nueva Turquía fundada por el líder indiscutible y héroe de la independencia, el general Mustafa Kemal “Atatürk” se asemejaba “tercera vía” del peronismo argentino, demarcándose de los superpoderes con políticas populistas y nacionalistas pero que resultaron muy efectivas a la hora dotar al país de medios propios de subsistencia. Atatürk devoto de occidente, llevó a cabo una serie de reformas como el reconocimiento del derecho al voto de la mujer, la abolición del sultanado o la fundación de un estado secular. Sin embargo la volatilidad política y los enfrentamientos entre los grupos religiosos y las clases laicas llevó a Atatürk a reconstituir el ejército como la guardiana de los valores republicanos y seculares.
En la España franquista se realizo una praxis afín pero con los valores opuestos. El catolicismo, religión de estado, sería utilizada con la herramienta de difusión y amparo del régimen.  El ejercito y las fuerzas de seguridad se concibieron entonces como instrumentos para salvaguardar el régimen totalitarista, ultra-nacionalista y antidemocrático. Se prohibieron los idiomas y dialectos regionales y se reprimió con especial dureza a los colectivos vascos y catalanes. De esta forma el franquismo generó el caldo de cultivo ideal para la aparición de grupos armados como el comunista GRAPO o el vasco separatista  ETA.
La Turquía que ideó Atatürk se presentaba como el modelo ideal para forjar la nación más destacada y vanguardista de su entorno. En esencia la concepción de la república turca de la primera mitad de siglo XX, aunque con sus menesteres, era sensiblemente más avanzada que la España fascista aislada y ultra-católica. Sin embargo en la actualidad Turquía parece no haber sido capaz de recuperarse de sus mayores logros y se configura como una nación forzadamente homogénea, anclada en sus viejos tabúes y obtusa a la hora avanzar de acuerdo a los parámetros en los que fue ideada.  Del mismo modo sus fuerzas armadas, custodias de los valores laicos encuentran en la amenaza islamista, el entorno geopolítico y el conflicto kurdo, el conjunto de valías con los que justificar su presencia, enorme poder y constante intromisión en los aspectos de la vida política del país.
Al igual que catalanes y vascos los kurdos también sufrieron las consecuencias de sendos de transcursos de reorganización nacional. Su idioma e identidad fueron prohibidos y durante los sucesivos golpes militares en 1971 y 1980 en un intento de reinstaurar los valores nacionales con mano de hierro, la comunidad kurda fue obligada a prescindir de sus valores propios lo que en junto a otras problemáticas, propició como en el caso español, la aparición del grupos armados como el nacionalista kurdo PKK.
En la actualidad ambos grupos continúan operativos. En el caso de ETA, el grupo se financia a  base  de coacciones y amenazas a empresarios locales. El PKK hace lo propio gracias al trafico de opio rumbo a Europa vía Turquía e Irán desde Afganistán. Ambas maquinarias ya no solo no pueden detenerse sino que además hacen de sus actividades algo mucho mas perverso que meras reivindicaciones políticas.
En la España de la democracia, el sistema legislativo así como la entera noción de las funciones del estado sufrieron grandes reestructuraciones de la mano de la monarquía, la clase política, la voluntad popular y algunos sectores moderados de las clases dirigentes. Desde 1978 hasta la actualidad se ha venido fraguando una nueva identidad que aunque no es lo suficientemente fuerte como para socavar las heridas del pasado, sigue en articulación. Así pues el modelo autonómico reconoce el estado como un icono capaz de amparar la diversidad cultural y étnica del país. 
¿Funcionaría un modelo similar en la en Turquía?   Existe por primera vez una voluntad política para reconocer la pluralidad étnica del país así como para encontrar una solución a un conflicto que ha dejado ya 40.000 muertos en los últimos 25 años. Actualmente el proceso de paz que impulsó partido en el poder el islamista moderado Partido para la Justicia y Desarrollo (AKP por sus siglas en turco) ha quedado congelado tras la reciente ilegalicación del partido pro-kurdo Demokratik Toplum Partisi (Partido Democrático Popular, DTP por sus siglas en turco) por parte del tribunal constitucional que con el conjunto del aparato judicial  de consagra ,al igual que las fuerzas armadas, como una de las instituciones mas comprometidas con "la preservación integridad de los valores republicanos" El abortado  proceso de paz  había dado un nuevo impulso con la entrega voluntaria de 34 guerrilleros del PKK que cruzaron la frontera y se entregaron a las autoridades el su feudo: la ciudad de Diyarbakir. Los milicianos quienes aseguraron obedecer los dictamines determinados de su líder actualmente encarcelado “Abdala Ocalan” fueron recibidos por los representantes del DTP en un acto político gran expectación, contando al menos 100.000 simpatizantes. Puestos a disposición judicial fueron liberados a las pocas horas. Este gesto aunque pequeño e irrelevante tras el dictamen de la judicatura , representó en su momento un gesto de voluntad para dar un nuevo giro y establecer una política inédita en la historia del país, "el diálogo". Conocedor de esta realidad el astuto primer ministro “Recep Tayyip Erdoğan” supo aprovechar la ocasión aceptando la mano tendida. Por ello algunos expertos señalan que el boicot judicial tuvo más que ver con el eterno pulso que laicistas e ilamistas mantienen desde hace decadas, que con el compromiso de salvaguardar la república.
Si bien algunos medios de carácter oficialista señalaban que el proceso de paz era un hecho y que la guerrilla y las autoridades estaban negociando la desarticulación del grupo lo cierto es que tras los últimos acontecimientos, no queda duda de que el camino por recorrer es largo y tortuoso ya que existen intereses enfrentados entorno a la continuidad del conflicto.
¿Pero cual es la opinión de aquellos que tratan de cerca con esta problemática y hasta que punto un modelo español que tampoco ha alcanzado una paz absoluta podría ser un referente válido en la región?
“Este conflicto sencillamente no tiene una solución militar, y nunca la tendrá. La única solución pasar por brindar más educación y medios a estas regiones.” Comenta un capitán del ejército turco, actualmente destinado en Diyarbakir y que solicito no ser identificado.
    Can Özelgün, experto en relaciones internacionales periodista de Newsweek Turkey fue más allá y comparó el problema kurdo con el caso español.
“Un modelo autonómico como el de España sería deseable en Turquía porque permitiría reconocer la diversidad de nuestros pueblos y su derecho a ser escuchados”
“Es fundamental comprender si promovemos sus derechos elementales (el de los kurdos), resultará muy beneficioso para el conjunto de la república y sus ciudadanos, convirtiendo este problema en un ejemplo de convivencia. ”
En relación a esta cuestión el Doctor Tolga Bilener, profesor en la universidad estambulí de Galatasaray opina de forma disímil:
"Semejante transformación administrativa (Turquía haciendo uso del modelo autonómico español) parece muy complicada porque aquí la centralidad del estado es una característica indiscutible desde los fundamentos del mismo. Además en Turquía la identidad religiosa todavía prevalece sobre la étnica. La actual mentalidad "minoría/mayoría" estipulada en le tratado de Lausanne en 1923 está basada sobre un criterio religioso, y esto en definitiva supone una continuación del ancestral sistema otomano. Por ello cambiar el sistema entero demandaría un cambio fundamental de mentalidad, lo que parece altamente improbable en este momento".
"A pesar de esto lo cierto es que todas las naciones tienden a seguir los mismos pasos: Desarrollo infraestructural, industrialización, integración el la economía de mercado, etc. Así pues también enfrentan los mismos dilemas. O sea que a pesar de sus oscilaciones Turquía alcanzará sus propios objetivos después de todo sin sacrificar su identidad".
Los dos casos son similares pero difíciles de comparar. Al contrario que la España constitucional donde el fervor nacional se observa como un conexo fatal con un siniestro pasado, y donde las fuerzas armadas y de seguridad del estado están completamente asimiladas y subordinadas a la clase política, Turquía se configura como una nación extraordinariamente centralizada donde los valores patrióticos se instauran muy firmemente. Además existen en el país otros conflictos ya no solo étnicos sino también religiosos y políticos pues existe en las clases medias laicas un miedo irracional a perder su estilo de vida occidental y que además toman como catalizador de sus ansiedades el caso de la vecina Irán. Por ello los sectores seculares que ven el las fuerzas armadas, centinelas acérrimos del laicismo, una garantía de resguardo. De igual forma los militares, tras la subida al poder de un partido islamista y normalización de las relaciones con Siria e Irán, observan con recelo el descenso de su relevancia política. 
Bajo un solo litoral dos naciones en cuyos dominios no se ponía el sol, comparten la semejante fábula melancólica de sueños consumidos. Dos casos formidablemente próximos pero certeramente inversos y discrepantes. Dos ejemplos de preponderancia, declive y ocaso. Al filo cortante del nuevo milenio ambos países caminan juntos aunque con paso anómalo hacia un destino incierto pero indubitablemente cabal: la modernidad, la renovación y la tolerancia.
Españoles y turcos, vascos y kurdos; historias paralelas de injusticia, muerte, exaltación, estremecimiento, lucha, desesperación, democracia y el finalmente ineluctable pasaje hacia la paz mas allá del odio. 




Dibujo: Lucas Farioli

1 comentario:

  1. Es un articulo precioso y por lo que a mi respecta bastante ajustado a la realidad española, aunque ETA aparentemente ha sido por fin desarticulado, eso no quita que los problemas nacionalistas hayan terminado, en la actualidad es Cataluña y no el Pais Vasco quien plantea un serio problema. Una razón importante por la que se llego al estado de las autonomias es tambien el echo de que los nacionalistas poseen mucho poder en España, al fin y al cabo Navarra y Pais Vasco son las regiones con el pib per capita mas alto de España y Cataluña es junto a Madrid la región que mas aporta a las arcas del Estado. Normalmente los nacionalismos suelen nacer en regiones "ricas" del pais ejemplos tienes a Bélgica con Flandes o UK con Escocia, en el caso turco lo desconozco.
    En definitiva enhorabuena por el articulo (aunque sea 5 años tarde jajaja).

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