"No hay sociedades idénticas, no hay países que sean mejores que otros, ni religiones que sirvan para conquistar verdades. Si sólo intentáramos comprender que nuestra vida es tan efímera como un copo de nieve, quizás entonces, después de haber conquistado la belleza, podríamos permanecer serenos hasta la posteridad."


Orhan Pamuk


martes, 18 de octubre de 2011

Humor y crítica contra la censura: La edad de oro de las ártes gráficas turcas (Intereconomía)


Foto: Hürriyet / La imagen de la discordia



Lucas Farioli / Estambul

Borrador premilimar (apenas editado) para la sección cultural de La Gaceta (Intereconomía) publicado en papel el Viernes 14 de Octubre del 2011

Si hay algo que no se le puede reprochar a los caricaturistas turcos es su capacidad innata de meter el dedo en la llaga mediante un fino y muy desarrollado sentido del humor gráfico.
            En Turquía existen verdaderas elites de dibujantes que retratan con complacencia satírica y a veces incisiva, los dilemas fundamentales de la sociedad turca moderna: Los tabúes religiosos, los políticos, la igualdad de género, las aspiraciones europeas del país euroasiático así como el propio conflicto kurdo suponen solo alguno de los muchos ingredientes que componen las ácidas historietas de publicaciones tan legendarias como: Penguen, Leman o la genial serie Lombak de dos hitos imperativos de la caricatura: Fatih Solmaz y Bahadır Baruter.
Esta hipérbole del humor gráfico va mas allá y enmascara mediante la sátira las riquezas y mezquindades propias del género humano. Por ello en una sociedad como la turca, tan dada a mostrar solo la cara amable y esconder las debilidades, no es una coincidencia que el arte del cómic y la  caricatura haya alcanzado los mismos laureles hasta convertirse en un rasgo fundamental humor autóctono. Así es como se han gestado verdaderas cátedras del género tales como Turhan Selçuk, Cem Yilmaz, Cem Ozuduru, Onur Demirsoy… entre otros muchos dibujantes que han convertido al cómic Turco en digno oponente del género en español llegando incluso al nivel de joyas como El Eternauta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.
Pero al igual que la suerte corrida por sus congéneres argentinos, las artes gráficas del turcas no han sido una excepción en las cruzadas que el Primer Ministro Tayyip Recep Erdogan, mantiene en contra las esenciales libertades de prensa. Desde que en el año 2003 asumiera el poder el Partido para la Justicia y el Desarrollo, (AKP de corte islamista) el número de periodistas detenidos por lo que han escrito alcanzó una cifra alarmante, situando a Turquía en el penoso puesto 138 de 178 países en el ranking de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras. Y en esta batalla la caricatura también se encuentra en el ojo del huracán.
 Precisamente Bahadır Baruter, actualmente dibujante de la revista Penguen da buena cuenta del drama diario que viven los profesionales del humor desde que el fiscal jefe de Estambul acusase al artista de “insultar los valores de la fe islámica” por lo que pide un año de prisión. El objeto de la discordia viene dado de dibujo publicado en Penguen en febrero. La imagen proyecta a un imán y varios creyentes rezando en una mezquita. Uno de los personajes habla con dios por teléfono y se disculpa porque tiene que irse ha hacer unos recados. En la pared contigua, camuflada entre la decoración de la mezquita hay una escritura que reza “no hay allah, la religión es una mentira”.
La broma le podría salir a Baruter muy cara. Especialmente en un país con escasa tradición democrática (ya en el año 2002 los dibujantes Seyit Saatci y Askin Ayrancioglu fueron procesados en idénticas circunstancias) y donde los islamistas aprovechan los excesos de la prensa para hacer purga política con el objetivo de afianzar mas si cabe el impresionante poder que ostentan a través de su nueva fórmula: El islamismo de mercado respaldado por una tasa de crecimiento del 9,8%.
Pero aunque pueda parecer irónico lo cierto es que no hay señales tangibles que exterioricen la pérdida de esa extraña y admirable capacidad que tiene los turcos de poder mirarse al espejo y reírse de sí mismos. El auge de la industria del cómic pese a los cinco querellas que el Primer Ministro presentó en 2010, son la irrefutable prueba de que este género va a dar mucha guerra y mucho que decir como indiscutible taxímetro de las libertades del país.

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